805 razones para la felicidad

Uno siempre sueña con ganar un mundial. Tengas 15 años o 55, lleves poco jugando a los bolos o mucho, seas bueno o malo, no puedes evitarlo. Por las noches, mientras duermes, tu mente te transporta a Las Vegas. Estás en el approach de una bolera de 80 pistas, con las luces de la televisión y cara a cara frente a algún americano o un sueco en la partida más importante de tu vida.

Con todo el público mirando y los tuyos, los que te han visto nacer y crecer, nerviosos en casa. Te imaginas metiendo tres plenos en la décima tirada para ganar el Campeonato del Mundo, el evento más importante, la final a la que todo el que juega a los bolos querría llegar alguna vez en su vida.

Los sueños son proyecciones o anticipaciones, son ficción, pero sobre todo son ilusión. Clara Juliana Guerrero, una joven colombiana con un talento inmenso, ha dejado de tener esos sueños. Probablemente se intensificaros en los últimos años, desde que, siendo una cría, llegase a las rondas del mundial AMF en Lisboa. Pero ella, ahora, ya es campeona del mundo.

Yo la vi en Lisboa por primera vez, en el mismo lugar en el que una desconocida galesa, Mel Issac, hizo historia para su país obteniendo el preciado título. Clara Guerrero destacaba ya entonces por lo estético de su juego, su garra y su potencia. Pero también por su candor, su sonrisa y una cara de niña buena que no ha roto nunca un plato.

Han pasado muchos años, prácticamente una década, y esa niña es ahora una mujer y una Campeona del Mundo. Por duplicado!

Clara Guerrero ganó anoche la medalla de oro en el Master del Mundial Femenino de Bowling, y lo hizo de una manera tan increíble que será recordado durante años. Guerrero no sóo ganó una medalla (otra) para su país, sino que supo imponerse a la gran potencia del campeonato, a un equipo que logró meter a cuatro mujeres entre las 8 primeras y que clasificó a tres de sus chicas para las semifinales.

¡A tres! No hablamos de Estados Unidos, ni de Suecia, Dinamarca o Inglaterra, sino del país que más y mejor ha hecho sus deberes en la última década y que a partir de ahora, tanto en hombres como en mujeres, debe ser considerado uno de los máximos favoritos, sino el que más, para los mundiales: Corea del Sur.

Hwang Sun-Ok (plata), Son Yun-Hee y Gang Hye-Eun llegaron a la penúltima ronda después de machacar a sus rivales, ya fuesen la PBA Liz Johnson o las mejores europeas. Sin despeinarse, sin contemplaciones.

Viendo cómo superaban rondas, la maquinaria coreana parecía del todo imparable. De las 16 mejores mujeres, ocho eran asiáticas. De las 8 mejores, cinco, y cuatro de ellas coreanas.

Pero Clara aguantó. Pasó la primera ronda (al mejor de cinco partidas todas ellas) después de perder las dos primeras. En la tercera espabiló y con 248, 227 y 262 remontó.

En la siguiente ronda fue más fácil: 3 a 1, con un 279 de propina. Y en semifinales es donde se salió: un 3-0 con partidas de 248, 268 y 289. Un brutal 805 en tres partidas para pasar por encima de la pobre coreana, que con su 230 de promedio no tuvo la menor opción.

Sin embargo, ¿con qué sensaciones se llega a una final después de tirar 805? ¿Crecida y motivada o relajada y confiada?

Quizás con una combinación de ambas. Clara Guerrero ganó a Hwang Sun-Ok 3 a 2 con partidas muy bajas, con mucha tensión y una presión tremenda. En los videos de la final se puede ver cómo su brazo está menos suelto. Las ponía una detrás de otra, pero el 7, el 10 o el 4 castigaban con dureza. Igual que la coreana, a la que la mano no siempre acompañaba.

Las puntuaciones (las suyas, porque la coreana ganó sus dos puntos con 263 y 257) no brillaron, pero fueron consistentes.

Clara Guerrero Colombia 205 204 169 197 203 3
Hwang Sun-Ok Korea 185 263 257 192 182 2

La coreana acusó más la presión y su ajuste fue menos preciso. Y perdió,

Anoche, los sueños de dos chicas se vieron las caras en Las Vegas, pero sólo los de una se hicieron realidad.

Sun-Ok estará muy triste ahora, pero sabe que con el increíble trabajo que están haciendo en su país, esto no será el sueño de una noche de verano. No será una ilusión de hadas y mostruos, sino el primer capítulo de una carrera que apenas despunta.

Corea está señalando el camino, pero sólo los idiotas miran al dedo.