Estampida!

Si el león ha sido siempre el rey de la jungla, la realidad es que pocas cosas atemorizan más a los habitantes de las estepas africanas que una manada de rinocerontes en carrera.

Cuando el rinoceronte se enfurece, nada ni nadie puede pararlo. Ni los rascadores, ni los rodadores. Ni zurdos ni diestros. Y esta semana, nuestro rinoceronte favorito estaba muy enfadado.

El jóven Ryan Page, al que de pequeño le pusieron el mote de Rhino por la enorme potencia con la que se esforzaba en todos los deportes, venía cabreado después de unas de sus peores semanas desde que decidiese hacerse profesional. En una temporada histórica, Page ya había logrado llegar a la final de televisión cuatro veces, quedando en segundo lugar otras tantas. Pero la semana pasada no pasó el corte de la previa y no se colocó en el top 64.

Partiendo siempre(salvo en los Majors) de los torneos clasificatorios (PTQ), Page había escalado hasta ocupar nada menos que el 8º puesto en el ránking de la PBA, el que determina quién sigue y quién no al final de temporada. Había logrado pránticamente todo lo que se podía hacer. Él, tantas veces miembro del Team USA, medallista en los mundiales y uno de los mejores jugadores universitarios de la última década.

Pero le faltaba ganar. Y sí, si lo decimos en pasado es porque ya no le falta. Rhino Page logró impornerse ayer en una de las finales más peculiares de la temporada. Una final en la que estaba el siempre presente (y horrible) Mike Scroggins junto a los veteranos Mike Edwards y Jack Jureck, dos jugadores al filo de la navaja.

Pero era su hora y nadie pudo con él. Dos partidas extraordinarias de 245 y 244 sirvieron para derrotar a Mike Scroggins y a Jack Jureck, que no hicieron partidas bajas precisamente.

Muchas veces hemos comentado el tema en Los Rascadores, pero nunca es malo recordarlo. A estas alturas, casi todos los lectores de esta página saben lo importante que es la distribución del aceite en las pistas para que se tiren pocos o muchos bolos. De igual forma, en las finales de televisión de la PBA, en las que el calor de los focos sobre la pista es determinante, elegir la bola adecuada (o incluso las bolas) es clave, pues el aceite puede cambiar de tirada en tirada o en cuestión de minutos.

Y bien lo sabía Rhino Page, que en el calentamiento estaba no sólo atento a encontrar su propia línea de juego, sino a que Scroggins, zurdo como él, no lo lograse. Sus declaraciones tras la victoria son clarísimas al respecto:

"Sabía que Scroggins podría hacer muchos strikes por la zona en la que estaba jugando, así que intenté cambiarlo lanzando por su zona con una bola mate para secar sus listones y obligarle a cambiar de zona. Afortunadamente no sólo funcionó, sino que me ayudó a conseguir más margen para mi propio tiro y lograr las partidas que necesitaba".

Ganó el mejor. El que metió los strikes, el que leyó las pistas, el que fastidió a su rival y, sobre todo, el que se lo merecía de una vez".

Grande Rhino.